Un árbol
detrás el sol,
flotando en círculos
la niebla,
un ojo abierto uno cerrado,
visiones que pesan tanto
como amaneceres sin luz asomando
entre las enramadas del sueño,
ciertos despertares aúllan
arden en las entrañas
se clavan profundo en el horizonte
se amanece así…
sin escarcha en la piel
con tanta desolación en los labios
como una gota de agua cayendo en la ventana
que se escurre y se prolonga
mas allá de este día
o cualquier otro,
sola va y viene
como un fantasma de bosque
o aparición de madrugada,
sola se reclama
el no ser centella
aire
o voz de acantilado,
no tener siquiera
un suspiro de mar en los bolsillos
una vista de cielo
un amor de tempestad.
La humedad y los bosques
la reclaman,
el reflejo de lluvia,
aquellos peces haciendo el amor con el viento,
la tarde se desliza entre los girasoles.
He aquí la noche,
se derrumba
lo tiñe todo,
y el olor a selva
murmura que hoy
también habrá tormenta.
Sigue cayendo
mas allá de este día
o cualquier otro,
sola va y viene
como un fantasma de bosque
como una aparición de madrugada.
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