Quiero llover hasta el silencio,
quiero mudarme
no de casa, ni de raíces, ni de piel,
mudarme.
Aparecer como una humedad
en los muros de alguna estancia
y volverlos pequeños pedazos de nada,
hacer irrisorios montículos de sus restos
con cruces que envejezcan hasta que de ellas
broten musgo y caracoles.
Yo camino entre mareas subterráneas,
como hojas con las venas abiertas
me muerdo la lengua,
colecciono espinas de atardeceres
guardo en mi cama secretos ámbar,
yo danzo con la luna sacrificando higos.
A mis pies mueren las olas
y el arrullo de su agonía me persigue,
busco el rastro de su humedad en los labios,
no encuentro nada...
Dejo mi cuerpo del lado izquierdo de la cama
abro las ventanas y mi alma recorre los árboles
duerme con los pájaros,
veo dos luciérnagas sobrevolar mi espalda,
no se como volver.
Mi ser embalsamado de barro
presiente la caída,
puente de tierra, núcleo
descanso en el lecho donde nací.
Vuelos que arden,
las letanías que sostenían mi cadáver
se vuelven ecos.
Soy una tortuga
puedo caminar sobre la arena y
hacer que llueva en mi casa,
puedo esconderme con un soplo
recoger cristales y dibujar con mis dedos
las manzanas que escurren de los árboles.
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