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18.2.11

Encuentro con el Espíritu

La noche trepa por la cúpula celeste,
siento el calor del fuego extenderse
desde las cenizas hasta la copa de los árboles,
suspendida en su abrazo escucho el llamado,
adentro!
mi interior se contrae,
percibo el tintineo del viento
susurros,
ecos de otros que en esta tierra trazaron un camino,
las ramas chocan unas con otras
en el cielo las estrellas brillan como caricias de luz a mis pupilas,
el espíritu sigue cantando.

La luna juega con mis párpados
su luz abre mis venas,
respiro al compás de su vértigo,
ilumina mi cuerpo
mi ser perdurable,
mi voracidad.

Respiro,
el sabor a madera quemada inunda mis sentidos,
siento en mis pies el latir de la tierra
me vuelvo instrumento melódico
sonando al ritmo de sus vibraciones,
me convierto en extensión de raíces,
en mujer corazón de obsidiana.

Mi piel siente la caricia de la vida
abro los ojos,
conozco el camino de vuelta
ya he transitado por aquí,
mis ancestros dejaron huellas de su imperecedero andar,
en mi sangre llevo grabado el mapa
del interior que late y arde en los ombligos color tierra,
en los atardeceres rizados del campo
en las trágicas y tan dulces noches de la costa,
las serpientes son sagradas dicen,
los nahuales salen de noche
una buena sobada todo lo cura
y nunca,
nunca vayas sola por los callejones.

1.2.11

Metamorfosis

Las luciérnagas danzan en mi ventana
el viento tibio cubre mis labios escarchados,
me reclino ante la luz que viste mis auroras
una suave melodía derrite los delirios de mi almohada,
me hundo en el lento descenso del sol en las montañas.

El silencio recorre mis huesos
y se confunde con las vibraciones de los recuerdos,
signos grabados en mis pupilas cautivas,
dilatadas de ti.

Crisálidas de fuego arañan mi esqueleto,
eclosionan y sus alas me queman al salir por la garganta,
me retuerzo en el movimiento de tu distancia
tus silencios revientan mis deseos.

Contemplo las memorias de tus manos
proyectando caricias que pintan las paredes rotas de mi morada
me miro al espejo, la locura asoma,
vendrás?

Tempestad muda,
olas embravecidas golpean mi cintura
horizonte llano,
el azul celeste deambula entre las sombras
que de la luna se deslizan hasta mis pies.

Vuelve la marcha fatalité
trepo por los pilares derruidos hasta alcanzar
los labios del silencio
me entrego al dolor de mis atavíos desgarrados.

La mariposa de fuego levanta el vuelo
me confundo en los suaves surcos que al viento dejan sus alas,
cierro los ojos,
giro envuelta en los distantes sueños
de mi ser suspendido en tus lunares.

Amanezco,
percibo el sabor de mi ser oxidado
las escamas brotan de nuevo entre mis párpados
estoy muda y delirante,
la locura me acaricia,
sonrío
las luciérnagas yacen tendidas en silencio,
bajo mi ventana.